Finalmente, hoy, la Comisión Europea ha aprobado, en un segundo intento, la norma elaborada por la vicepresidenta Viviane Reding para imponer una cuota femenina del 40% en los puestos no ejecutivos de los consejos de administración de las grandes empresas de aquí al 2020. Me pregunto por qué no también en los puestos ejecutivos. Pero entiendo que es una cuestión de oportunidad y de política de dar pasos medidos. No en vano, a Reding le rechazaron esta propuesta el pasado mes de octubre.
La propuesta sostiene que cuando haya varios candidatos con igual experiencia y cualificación, la norma obliga a las grandes empresas a escoger al miembro del grupo infrarrepresentado hasta alcanzar esa cuota del 40%.
Soy contrario a la imposición de cuotas y pienso que debería ser tan solo el talento de las personas el que las colocara en los puestos que les corresponden. Lamentablemente, pocos consiguen crecer profesionalmente por sí mismos, han de convencer a otros de su valía. Precisamente, quienes tienen poder de decisión. Y estos no siempre están a la altura de las circunstancias, por miedo o por ignorancia.
Por eso, para que los más aptos suban a los puestos que les corresponden, sería necesario que quienes adoptan las decisiones tuvieran el talento de saber rodearse de gente capacitada, independientemente de que orinen sentados o de pie (perdón por la gráfica expresión). Hay que señalar que existen empresas donde tales barreras no existen…, mas, no son, precisamente, la mayoría.
Pero...
La experiencia ha enseñado a lo largo de estos años, que las simples recomendaciones y el voluntarismo de las empresas no-fun-cio-na. Las mujeres siguen ocupando pocos puestos directivos. Es posible que se deba, como se afirma y no sin fundamento, a que las mujeres valoran otras cosas y no aspiran a esos puestos que les impiden conciliar el trabajo con la vida familiar. Pero no creo que eso esté en la mente de todas las mujeres. Además, puesto que existen un mayor número de licenciadas femeninas, sorprende no encontrar que tal exceso de número no corrija espontáneamente la supuesta tendencia de las féminas a no aspirar a puestos directivos; pues algunas con aspiraciones habrá. Porque, lo cierto es que cuando se ofrece la oportunidad, las mujeres acceden a esos puestos.
La experiencia nos ha enseñado, igualmente, que los avances sociales van muy por delante de los laborales y empresariales. Aún se mantiene el modelo laboral del comienzo de la era industrial, cuando la masa laboral era esencialmente masculina, tradicionalmente desprendidos de las obligaciones que impone la vida familiar. Las empresas no han modificado el chip, y, como consecuencia de ello, encuentran dificultades en admitir que hoy día existen otros trabajadores tan eficaces como los anteriores…, con esas exigencias familiares en muy primer plano… Lo que exige un cambio de modelo.
Los hombres han de incorporarse con mayor responsabilidad directa a las tareas domésticas y a los compromisos familiares, sí. Pero también hay que disponer las cosas para cambiar el modelo laboral. Ajustarlo para que TODOS, hombres y, sobre todo y ahora, mujeres, puedan conciliar sus vidas profesionales y familiares.
Y mientras ambas cosas ocurren (acomodamiento del mundo laboral a las nuevas exigencias de conciliación entre vida profesional y personal, y cambio de la mentalidad empresarial para admitir a mujeres en los consejos de administración)..., admito: ¡bienvenidas sean las cuotas por Ley!
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