jueves, 10 de octubre de 2019

RESPÉTESE MEJOR LA INTIMIDAD DE LOS PACIENTES (II)


Preservar la intimidad de los enfermos es uno de los aspectos más descuidados por el sistema sanitario en su actividad cotidiana, pese a ser un indicador de calidad y formar parte del proceso de humanización de la Medicina en el que actualmente estamos inmersos. Existe una gran distancia entre lo que se dice (¡la preservación de la intimidad del paciente ante todo!) y lo que se realiza en la práctica (olvido cotidiano del respeto de esa intimidad)1,2.
Es algo que ocurre, pese a las recomendaciones de todos los manuales profesionales de cualquier categoría sanitaria, a pesar de los requerimientos de los diferentes códigos deontológicos, y en contra de las actuales exigencias legislativas sobre su protección (Artículo 18.1 de la Constitución Española [BOE número 311 de 29 de diciembre de 1978], Artículo10.1de la Ley General de Sanidad [Ley 14/1986, de 25 de abril, BOE número 102], preámbulo de la Ley de Autonomía del paciente [Ley 41/2002, de 14 de noviembre, BOE número 274], Artículo 1.3 de la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen [BOE número 115 de 14 de mayo de 1982], y el punto 4.1 de la Orden SSI/81/2017, de 19 de enero, por la que se determinan las pautas básicas destinadas a asegurar y proteger el derecho a la intimidad del paciente, por parte de los alumnos y médicos Residentes en Ciencias de la Salud [BOE número 31 de 6 de febrero de 2017]). Siendo sancionado su incumplimiento por el Artículo 199.2 del actual Código Penal (Título X, Capítulo I)3.
Se desnuda innecesariamente a los enfermos2, no se impide que una visita inoportuna al despacho contemple la desnudez de un paciente que esté siendo explorado4, no se cubren debidamente los cuerpos desnudos en exploraciones radiológicas que exigen quitarse la ropa, se exponen innecesariamente los genitales de los pacientes en los quirófanos, no se cubre el pene, por ejemplo, en las ecografías escrotales, etc.
Y aunque es un hecho que afecta a enfermos de cualquier sexo, existe una cierta tendencia de género; en el sentido de que se tiene una mayor sensibilidad hacia la protección de la intimidad femenina que de la masculina. Quien esto suscribe, y estoy seguro que muchos lectores, tiene experiencia en ese sentido; tanto personal como ajena.
Existe la creencia de que los hombres son menos pudorosos que las mujeres y que, por tanto, es menos necesario salvaguardar su intimidad; con lo que se tiende a descuidar este aspecto del trato con el enfermo varón. Cuando lo cierto es que el tipo de socialización recibida por los varones les impide percibir y expresar su malestar en estos contextos; verbalizándolo bastante menos que las mujeres5. Pese a lo cual, las personas que trabajan en el sistema sanitario actúan como si fuera cierta esa falta de pudor y como si los hombres no merecieran el mismo respeto por su intimidad que las mujeres. Sin embargo, tanto los hombres, como las mujeres, prefieren que las exploraciones íntimas les sean practicadas por sanitarios de su mismo sexo6. Una cosa que no siempre es posible hacer, y que la imparable feminización de la Medicina hará cada vez más improbable que suceda para los hombres.
Hasta no hace mucho, la situación estaba más o menos compensada porque, aunque los médicos eran mayoritariamente varones, las enfermeras, eran, y son, mayoritariamente mujeres. La vergüenza del paciente que iba a ser explorado estaba equilibrada por sexos, pues siempre estaba presente personal del propio sexo, en tales exámenes (con sus excepciones); así como la salvaguarda de su intimidad.
Pero esta situación está cambiando con la feminización de la Medicina. Cada día es más probable que en tales exploraciones sólo esté presente personal femenino. Lo que las hace especialmente penosas para los pacientes varones. Sobre todo si se tiene en cuenta la menor sensibilidad del personal femenino hacia el respeto de la intimidad del enfermo varón7; por creer, repito, que éste tiene menos pudor y requiere un menor cuidado de la misma. Como si las leyes de protección de la intimidad no cubrieran a todos los ciudadanos con independencia de su edad, sexo, raza, creencias, etc…
Por eso es necesario que los sanitarios cambien de actitud para atender más adecuadamente a sus pacientes. Hay que retirar de los manuales y de la mente de los sanitarios la idea de que hay que evitar la desnudez innecesaria (por ejemplo) “sobre todo si el paciente es mujer”. Pues eso era válido cuando los médicos eran mayoritariamente hombres; pero esa idea no es válida la actualidad ni lo será en el inmediato futuro. Los hombres también tienen pudor, su intimidad también merece respeto y protección, y cada vez estará más expuesta ante el personal sanitario femenino, por las razones antes expuestas. Preservar la intimidad es un derecho legal para los pacientes, y una obligación para todos los sanitarios. No puede haber dudas al respecto.
El personal sanitario femenino (y el masculino) debe cambiar su mentalidad para modificar su actitud. Si actualmente no actúan con la corrección debida en esa protección de la intimidad de los pacientes2, las perspectivas futuras, sobre todo para el paciente varón, son ciertamente sombrías. Pues transmitirán esas actitudes los médicos en formación especializada, enraizando una costumbre que está costando erradicar.
Pero ese cambio no ocurrirá espontáneamente, habrá que trabajarlo..., y mucho. Pues, lejos de lo que se piensa, las mujeres sanitarias no son tan empáticas como se cree; por lo que no es factible que adopten una actitud más positiva en la protección de la intimidad de sus pacientes varones de un modo espontáneo. Es cierto que las mujeres de la población general son más empáticas que los hombres (en líneas generales); lo que nos permitiría esperar que se diera ese cambio de actitud de un modo automático o, incluso, que no fuera necesario porque ya se da. Pero los datos impiden ser tan optimistas. Se ha comprobado que las mujeres médicos, no son más empáticas que sus colegas masculinos8. La diferencia que se encuentra en la población general, se iguala durante el estudio de la carrera; semejanza que se afianza durante la especialización, y se consolida con el ejercicio de la profesión9. Y lo mismo sucede con las enfermeras2,10.
El personal sanitario femenino (y también el masculino), habrá de cambiar su mentalidad para proteger la intimidad de los varones con el mismo empeño aplicado a sus pacientes femeninas. Cosa para la que será necesario hacer un fuerte ejercicio pedagógico. Y las sugerencias de protección por parte de los pacientes (hombres y mujeres) a sus médicos, enfermeras y técnicos, contribuirá a ese cambio. Si un paciente ha de bajarse los pantalones para hacerse una radiografía de cadera, o desnudar el torso, para una de tórax, por ejemplo, puede pedirle antes a la persona que le explore que le dé algo que le cubra, si no se lo ofrece espontáneamente. Si ante una ecografía escrotal, se le pide que se baje los pantalones y la ropa interior (dejando al descubierto el escroto, como es lógico, e, innecesariamente, el pene) sin que se le ofrezca nada para taparse, puede solicitar algo que le cubra para realizar la acción sin exponer innecesariamente el pene y permitirle esconderlo durante la exploración. O algo tan anodino como la exploración de una rodilla, que exija bajarse los pantalones para verla, también se puede solicitar algo para cubrir la zona pélvica antes de hacerlo, pues los exploradores han de tener la zona a explorar expedita para poder verla y manipularla, pero es innecesario que vean el tipo de ropa interior que lleva el paciente y su color.
Y, así, si además de la necesaria pedagogía realizada sobre estos profesionales por las instituciones, todos los pacientes hagan ese requerimiento (al que los sanitarios no pueden negarse), se conseguirá, poco a poco, cambiar las actitudes en la dirección marcada por este artículo.


REFERENCIAS.
1van Empel IWH, Dancet EAF, Koolman XHE, Nelen WLDM, Stolk EA, Sermeus W, D’Hooghe TM, Kremer JAM: Physicians underestimate the importance of patient-centredness to patients: a discrete choice experiment in fertility care. Hum Reprod, 2011; 263: 584-593
2López F, Moreno ME, Pulido ML, Rodríguez M, Bermejo B, Grande J: La intimidad de los pacientes percibida por los profesionales de Enfermería. NURE Inv. [Revista en Internet] 2010 May-Jun. 7(46). [consultado el 01/03/2019]. Disponible en: http://www.nureinvestigacion.es/OJS/index.php/nure/article/viewFile/488/477
3Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado: Código penal y legislación complementaria. BOE, Última Actualización del 14 de diciembre de 2017. [consultado el 01/03/2019]. Disponible en: https://boe.es/legislacion/codigos/codigo.php?id=038_Codigo_Penal_y_legislacion_complementaria&modo=1
4Ramos Brieva JA: Respetar la intimidad del paciente: una estrategia de pequeños pasos. J Healthc Qual Res. 2018; 33(5):305-306
5Ramos Brieva J: Un encuentro con el placer. La masturbación femenina. Espasa-Calpe. Madrid. 2002
6Consedine NS, Reddig MK, Ladwig I, Broadbent EA: Gender and Ethnic Differences in Colorectal Cancer Screening Embarrassment and Physician Gender Preferences. Oncol Nurs Forum. 2011; 38(6): E409-E417
7Meerabeau L: Husbands' participation in fertility treatment: they also serve who only stand and wait. Sociol Health Illn, 1991; 13 3: 396-410
8Hojat MGonnella JSNasca TJMangione SVergare MMagee M: Physician empathy: definition, components, measurement, and relationship to gender and specialty. Am J Psychiatry. 2002; 159(9): 1563-1569
9Kay J: Traumatic deidealization and the future of medicine. JAMA. 1990; 263(4): 572–573
10Yuguero O, Ramon Marsal J, Esquerda M, Vivanco L, Soler-González J: Association between low empathy and high burnout among primary care physicians and nurses in Lleida, Spain. Eur J Gen Pract. 2017; 23(1): 4-10

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