martes, 3 de abril de 2012

Un predicador marroquí autoriza a las mujeres solteras a masturbarse con zanahorias y cosas así…

La prensa se ha hecho eco de una “fatua” (edicto religioso) emitida por un predicador marroquí, Abdelbari Zamzami, por la que autoriza a una mujer (en general, no a una concreta, que es lo que ha escandalizado en Marruecos) a masturbarse utilizando verduras del tipo de las zanahorias u objetos de aspecto fálico como botellas o el mango de un almirez. El objeto de tal autorización es evitar que llevadas por la lujuria caigan en el pecado de mantener relaciones sexuales sin estar casadas.
Estoy convencido que el hombre ha actuado con toda su buena intención. No olvidemos que la masturbación es pecado en el Islam. Y, no olvidemos, tampoco, que la masturbación femenina es tan secundaria en el mundo mulsumán como sucede en el cristiano. Aunque, al contrario que entre nosotros, los musulmanes entienden que la sexualidad de la mujer es más pujante que la del hombre, por eso hay que recluirlas para evitar que mantenga relaciones sexuales antes de casarse.
Esto me recuerda el video que emite Youtube sobre la disertación que hace otro predicador islámico sobre la masturbación femenina. Yousuf Al-Qaradhawi la considera más peligrosa que la masculina porque al introducirse cosas en la vagina puede romper el himen y nadie creerá que no ha sido por mantener relaciones sexuales con otros hombres.
En ambos casos, los buenos hombres caen en el error de creer que para masturbarse las mujeres necesitan introducirse cosas en las vaginas. Tan despistados están. Ignoran la relevancia del clítoris en tales prácticas, a las que algunas mujeres gustan añadir el placer de sentir algo en la vagina (habitualmente los dedos). Pero lo que me llama la atención es eso. Que estos hombres aparentan saber de lo que están hablando y trasmiten un error que la in mensa mayoría de las mujeres musulmanas detectarán y entenderán que nos les atañe. Pues ellas se masturban como todas las mujeres, mediante el estímulo principal del clítoris.
Estos hombres deberían leer mi libro (puede descargarse desde la página “MIS LIBROS” de este Blog). O, mejor aún, preguntar a las mujeres de sus países. Aunque para que ese dialogo sea fluido y se dé con tranquilidad, habrán de pasar un buen puñado de años.

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