viernes, 2 de noviembre de 2012

“Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señor”.



La actual situación de crisis económica, más el empecinamiento del gobierno en implantar un modelo de sociedad muy específico, cuando las cosas no están para experimentos…, me trae a la mente aquella frase famosa que el poeta ponía en boca de los admiradores de Ruy Diaz de Vivar, el Cid Campeador. “Dios,qué buen vasallo, si oviesse buen señor”. O, lo que es lo mismo: “Dios, qué buen vasallo; ojalá tuviera un buen señor”.
El pueblo español está dando suficientes signos de aplomo y madurez, aguantando sobre sus espaldas una crisis de la que es consciente que no tiene la culpa, soportando estrecheces que no llegan por igual a todo el mundo, sabiéndose mal representado por sus políticos (incluso los votantes del PP dicen que no se sienten representados por ellos, pues están haciendo lo contrario por lo que les votaron), contemplando cómo les cambian las reglas del juego en medio de la partida, y se desmantela el estado de bienestar que tanto tiempo y esfuerzo se tardó en conseguir… Soportan una clase política que ni está a la altura de las circunstancias, ni a la altura de las expectativas depositadas en ellos. Y todo ello sin desencadenar una revolución, sin defenestrar a quienes se sienten autorizados a romper con todo lo que no le sea ideológicamente afín, esperando a que pasen los cuatro años de legislatura para arrojar a los actuales gobernantes al foso de los olvidos (sin pedirles responsabilidades civiles y penales) en lugar de pedir elecciones anticipadas.
Definitivamente, para el pueblo español, como para el noble castellano: “Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor".
 


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