martes, 28 de febrero de 2012

INFLUENCIA DE LA CIRCUNCISIÓN SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA

Voy a escribir sobre algo que levantará algunas ampollas. Pero no por eso deben dejar de conocerse las cosas.
La sexualidad humana siempre me ha interesado. Y dentro de la sexualidad, aquellos aspectos especialmente ocultos. Recientemente he publicado un artículo de revisión sobre un tema escalofriante: la Mutilación Genital Femenina (MGF) y sus consecuencias en la vida sexual de las mujeres que la sufren.
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La cita de ese artículo es: Ramos Brieva JA: La sexualidad de las mujeres mutiladas genitalmente. Psiquiatria.com [Internet]. 2012 [citado 28 Feb 2012];16:10.
Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/5461
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La MGF de tipo ritual y sin fines médicos se considera un atentado contra los Derechos Humanos y se viene denunciado repetidamente. Pese a ello, se estima que unos tres millones de niñas se encuentran en riesgo de sufrir algún tipo de MGF cada año sólo en el África subsahariana, Egipto y Sudán.
Resulta llamativa la escasa atención prestada a las mutilaciones genitales sufridas por los varones de esos mismos países. Invariablemente, son contempladas en Occidente con gran indiferencia y se justifican con toda clase de racionalizaciones higiénicas y sanitarias, además de culturales. Pero no es esta la ocasión de escribir sobre ello.
Conviene no olvidar que la MGF ha sido también practicada en los países occidentales con fines pretendidamente médicos. Entre los siglos XIX y XX se utilizó con la espuria pretensión de prevenir o curar la masturbación femenina, a la que se consideraba, a su vez, el origen de no pocas enfermedades. Y en los años ochenta del siglo XX la circuncisión (extirpación exclusiva del prepucio) se puso de moda en los Estados Unidos de América para facilitar a las mujeres, supuestamente,  la obtención del orgasmo en el coito. No pocas mujeres fueron operadas por ambas indicaciones; la primera de forma involuntaria, voluntariamente la última. Ninguna de esas aplicaciones se admite en la actualidad.
Además de las consecuencias físicas ocasionadas por la extirpación propiamente dicha de la MGF, las secuelas propiciadas por las pobres condiciones higiénicas en las que se practica en esos países, y de las posteriores dificultades ocasionadas para practicar el coito, la supresión del clítoris sugiere que una de las consecuencias de la MGF es la ausencia de placer en las relaciones sexuales de las mujeres afectadas. Son cuestiones muy repetidas como argumentos contra este tipo de prácticas.
Pese a todo, las ideas sobre los efectos físicos y psicológicos de la MGF no están tan claras como parece. Algunos autores afirman que no son más que conjeturas, pues realmente existen muy pocos estudios diseñados para evaluar los efectos de los distintos tipos de MGF sobre la salud general y sexual de la mujer. Y a pesar de la aparente evidencia de esos daños, existe una gran polémica en el mundo científico sobre la realidad de tales efectos. Así se expresa Carla Makhlouf Obermeyer, investigadora de la OMS que se ha ocupado del asunto.
Sabemos poco sobre las consecuencias físicas de la MGF en contra de lo que cabría esperar. Muchas de las publicaciones existentes hacen referencia a un solo caso o a la descripción de lo encontrado en muestras de diverso tamaño de mujeres con MGF. Pero muy pocas comparan mujeres mutiladas con otras intactas que permitan extraer conclusiones sólidas para asignar a las diversas formas de circuncisión un problema físico específico.
            Varias investigadoras se han interesado en realizar ese tipo de estudio comparativo en el mundo rural de Gambia. Y han encontrado que las consecuencias negativas más comúnmente citadas de la MGF tales como los daños en el periné o en el ano, la aparición de tumores (como quistes en las glándulas de Bartolino y la formación de cicatrices queloides), la dispareunia, la infertilidad, el prolapso y las infecciones del tracto reproductivo no eran significativamente más comunes entre las mujeres circuncidadas que entre las que no lo están. La relación entre la MGF y la morbilidad reproductiva a largo plazo, concluyen, sigue manteniéndose incierta.
Es la misma conclusión que se extrae de un documento de la OMS que revisa la literatura existente al respecto.
Y algo parecido sucede respecto a las consecuencias psicológicas y sociales de la mutilación. Un grupo noruego ha realizado un metaanálisis de los 17 estudios comparativos entre mujeres con MGF y sin MGF que tocan este aspecto del tema. Esos investigadores destacaron que la base de pruebas sobre las consecuencias psicológicas y sociales de la MGF también resulta insuficiente para sacar conclusiones fidedignas.
Y algo similar sucede con las consecuencias sexuales de la MGF.
Algunos autores han realizado un metaanálisis de las investigaciones que comparan mujeres mutiladas con otras que no lo están. Y concluyen que las primeras parecen ser más proclives a padecer dolor en el coito, bajo deseo sexual, lubricación, obtención del orgasmo y una menor satisfacción sexual general. Sin embargo, por cada investigación que refiere encontrar alteraciones sexuales ocasionadas por la mutilación femenina, otras cinco afirman lo contrario.
Otro grupo de investigadores ha estudiado la sexualidad de mujeres circuncidadas de todo tipo emigradas a Italia desde, principalmente, Somalia, pero también Nigeria, Sudán y Etiopía. Encontraron que el 91% de las mujeres con un promedio de 36 años de edad disfrutaban y experimentaban placer con las relaciones sexuales. El 86% de estas mujeres experimentaban orgasmos con la penetración vaginal (siempre, en el 69% de los casos) y el 78% lo experimentaban mediante la manipulación del clítoris por parte de sus compañeros (siempre, en el 65% de los casos). Entre las más jóvenes (22 años), esas cifras llegaban al 91% (siempre, en el 9% de los casos) y al 34% (siempre, en el 6%), respectivamente. Los autores no hicieron preguntas sobre autoerotismo para asegurarse las respuestas sinceras a las otras cuestiones. La masturbación, es un tabú del que no se habla abiertamente en África.
Por si hubiera alguna duda de que los orgasmos experimentados por esas mujeres fueran lo que se entiende que sienten las que no están circuncidadas, los autores les solicitaron que los describieran. La mayoría de ellas (62%) hablaron de “contracciones rítmicas involuntarias y placenteras de la vagina; de pulsaciones de los genitales internos, y de una sensación de calor en la cara y en el cuerpo”. Las lectoras tienen la palabra. Los autores de esta investigación concluyeron afirmando que sus resultados “sugieren que la MGF no tiene necesariamente un impacto negativo en la vida psicosexual (fantasías, deseo, placer, posibilidad de experimentar el orgasmo) de las mujeres circuncidadas”.
Comparando mujeres mutiladas con mujeres no circuncidadas en Nigeria, tampoco encontraron diferencias significativas en la frecuencia de las relaciones sexuales, la intensidad de la excitación sexual o el logro del orgasmo. Respecto a la frecuencia de las relaciones sexuales, el 56% de las mujeres mutiladas y el 47% de las mujeres sin mutilar informaron haber tenido relaciones sexuales en la semana anterior; las proporciones para el mes anterior fueron del 81% y el 71%, respectivamente. Aproximadamente un tercio de cada grupo informó que se excitaban con facilidad  durante las relaciones sexuales (33% y 35%), y alrededor de dos tercios afirmaron experimentar el orgasmo con frecuencia durante tales relaciones (66% y 59%). La mayoría de las mujeres en cada grupo señalaron que la iniciativa para la actividad sexual era casi siempre de sus compañeros (96% y 87%) y más de la mitad afirmaron que ellas iniciaban el sexo en algunas ocasiones (58% y 53%).
Otra investigación egipcia estudió los problemas sexuales padecidos por las mujeres analizadas: deseo aumentado o disminuido, problemas de excitabilidad, anorgasmia [primaria, secundaria u ocasional], dispareunia, grado de satisfacción sexual general, frecuencia copulativa, etc. Y no encontraron que su presencia arrojara diferencias estadísticamente significativas entre las mujeres en función de su condición circuncisa o incircuncisa. 
Parecen existir otras variables más relevantes que la MGF a la hora de interferir la vida sexual de estas mujeres. Se estudió la frecuencia del coito entre 2.188 mujeres casadas de la República Centroafricana mediante técnicas de análisis multivariante. Y se encontró que la baja frecuencia coital estaba más relacionada con la mayor duración del matrimonio, el estatus de esposa más antigua en los matrimonios polígamos, el mayor número de hijos vivos y el menor nivel de educación que con la situación de ser circuncisas o incircuncisas. Algo que también sucede entre las mujeres occidentales donde no se da el problema de la MGF. Y esta es una variable que no está controlada en la inmensa mayoría de las investigaciones realizadas sobre los efectos que tiene la MGF en la sexualidad femenina.
A la vista de estos resultados, existen investigadores que señalan que, probablemente, la MGF pueda alterar, pero no eliminar, el funcionamiento sexual de las mujeres afectadas, tal y como se creía antes.
Otras autoras, al comprobar que la extirpación del clítoris no entorpece de modo significativo la capacidad orgásmica de las mujeres, van mucho más allá y afirman que: “Estos hallazgos también cuestionan seriamente la importancia del clítoris como un órgano que deba ser estimulado para producir el orgasmo femenino, como a menudo se mantiene en la literatura sexológica occidental”.
Pero algunos autores encuentran que las posibles dificultades para alcanzar el orgasmo entre algunas mujeres mutiladas se observan más entre aquellas que han emigrado y se han educado en Occidente con la idea de que tal mutilación les impedía disfrutar del sexo que entre las que se han mantenido en su entorno social aisladas de esos temores, adaptando sus condiciones fisiológicas a su situación.
No en vano, un interesante trabajo prospectivo realizado sobre una muestra de 453 mujeres mutiladas que viven en Europa, operadas para reponer sus clítoris entre 1992 y 2005, mostró que la operación proporcionaba prometedores resultados cosméticos y funcionales. Sin embargo, también reveló que en el 100% de esas mujeres, la razón más importante para ser operadas fue la restauración de la identidad femenina conectada a la presencia del clítoris, más que la recuperación funcional del mismo. Pues tal función ya existía.
Varios autores (como ya se hizo respecto a la explicación de que los hombres circuncidados continúen experimentando orgasmos a pesar de habérseles extirpado su “detonador”: el frenillo), señalan que se desconoce aún mucho sobre la embriología, la anatomía y la fisiología de los órganos eréctiles femeninos. Y piensan que en las mujeres circuncidadas, no se extirpa la totalidad de las estructuras eréctiles fundamentales para la obtención del orgasmo. Encuentran que la influencia cultural puede cambiar más la percepción de placer, así como la aceptación social de la mujer que la propia mutilación. Para mí, siguiendo a Money, de algún modo, la cicatriz parece volver a inervarse para permitir obtener el estímulo necesario que desencadena el placer sexual en estas mujeres.
Todo ello nos sugiere que, probablemente, los esfuerzos para erradicar esta práctica deban subrayar más el atentado a los Derechos Humanos, que confiar su erradicación únicamente en las consecuencias perjudiciales para la salud.
No se pueden orquestar campañas de erradicación de la MGF basadas en dudosas consecuencias físicas, psicológicas, sociales o sexuales. Porque al recaer sobre poblaciones que no observan en la vida real tales secuelas, pierden toda su fuerza y credibilidad. El único argumento sólido para sostener tales campañas es que la MGF atenta contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos, contra los derechos a la integridad física y contra los Derechos de los Niños (aceptados por todos los países del mundo, excepto Somalia y Estados Unidos de América) que sufren la brutal imposición que suponen tales mutilaciones en una escalofriante situación de indefensión.   Es grande el trabajo que queda por hacer, pues se trata de modificar pensamientos ancestrales, cultivados durante centurias y sostenidos por toda suerte de racionalizaciones, que configuran la base estructural de la identidad de muchos pueblos.

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