miércoles, 8 de febrero de 2012

¿No hay dinero?

¿O no hay voluntad de buscarlo donde se sabe que está?
Porque está claro que el déficit público hay que reducirlo (era una condición sine qua non para estar en el euro: mantenerlo por debajo del 3%; cosa que Francia y Alemania fueron los primeros en saltarse). Pero no basta aplicar criterios empresariales para eso: reducir sueldo y echar trabajadores (para mantener el margen comercial). Eso podría reducir el Capítulo I de los presupuestos que es uno de los más consolidados. Sobre todo porque tales medidas retraen indefectiblemente el consumo y, por tanto, el crecimiento. Y a medio y largo plazo destruye puestos de trabajo.
Habrá que tener en cuenta varias cosas.
El dinero invertido en Sanidad, Educación, e Investigación, no es dinero GASTADO, es dinero INVERTIDO. Es futuro. Es desarrollo. Es bienestar. En España, se consideran gastos y por eso sus presupuestos son cicateros. Así estamos: en el puesto 18 en cuanto a investigación europea se refiere. El 26 en nivel educativo (en el mundo); en el grupo de cola en Europa. El 3º puesto en el nivel sanitario, pero con el personal sanitario peor pagado de los países de nuestro inmediato entorno. Se puede ahorrar persiguiendo el fraude: cursos fraudulentos (que saquean las arcas públicas; las nuestras), investigaciones espurias que malgastan recursos (y saquean las arcas públicas; las nuestras), abuso del sistema sanitario por parte de los autóctonos y los extranjeros.
Existen enormes bolsas de fraude que están inexploradas. Hay mucha economía sumergida (si no, con tantos parados habría saltado una revolución); muchos contratos engañosos; muchos informes, asesorías, y demás ficticias (y saquean las arcas públicas; las nuestras). Y, sobre todo, existe una inmensa bolsa de fraude fiscal que está identificada y valorada; donde los inspectores de Hacienda sólo etán esperando la orden pertinente para actuar (pero la orden no llega).

Hay tramas, instaladas en el poder o próximas a él, que saquean sistemáticamente las arcas públicas (las nuestras) solicitando subvenciones fraudulentas, obteniendo concesiones sin concursos limpios, organizando eventos sobretasados y, a veces innecesarios o inexistentes, realizando facturaciones falsas y sobrevaloradas… y todo eso les sale gratis. Porque en el caso, extraño, de que se les enjuicie, nunca devuelven nada. Y quienes engordan esas cuentas públicas (nosotros) se quedan sin el dinero que-les-ha-si-do-ro-ba-do. Existe la sospecha generalizada entre la población esquilmada de esa manera de que quienes debieran perseguir tales latrocinios no lo hagan porque organizaciones que dependen de ellos, o a las que pertenecen, se verían directamente implicadas.
Existen duplicidades administrativas y de sueldos entre los que nos gobiernan (que, recuérdese: no dejan de ser funcionarios eventuales) y no tienen voluntad de limitar (el esfuerzo para otros; véase el ejemplo de Tres Cantos, y es un municipio pequeño). Se cobra como diputado, como ponente en comisiones, como consejeros, ministros, presidencias, dietas, coches oficiales… Todo a la vez.
No despilfarrar el dinero público (que es nuestro) en empresas faraónicas sin previsión real de rentabilidad, sólo para que unos pocos se beneficien económicamente de pretendidas rentabilidades inmobilirias, etc.
Existen prejubilaciones costosísimas para el erario público (arcas públicas; las nuestras), pensiones vitalicias enormes por haber trabajado cuatro año como mucho (ministros, consejeros…). No todo va a ser jubilar a los trabajadores a los 67 años (que sí)...
Existe una economía especulativa que hace subir y bajar cotizaciones de deudas públicas de países enteros y carecen de una carga fiscal que aumentaría, justamente, las arcas estatales (que son nuestras). Grandes fortunas que pagan impuestos de risa (si pagan) por manejar con maestría la ingeniería financiero-fiscal. Aplíquese los impuestos que pagan en países de nuestro inmediato entorno. Si crecen los ricos y los inversores especulativos, que aporten un poco de sus ganancias al Estado (que somos nosotros).
Regúlese el mercado de productos financieros, porque han demostrado que no se autorregulan como CREE la teoría capitalista (y no estoy en contra del Capitalismo). SABEMOS que no se autorregulan. Si no ¿dónde nació la actual crisis? De los fondos financieros alimentados por las hipotecas-basura. Aprendamos la lección.
Favorézcase la creación de pequeñas, medianas y grandes empresas. Favorézcase a la economía productiva. Construyamos, hagamos cosas…, vendámoslas fuera de España…
No malgastar. Ganar más. Gastar menos y mejor. Esa es la cuestión. Lo sabe cualquier ama de casa, cualquier estudiante de primero de económicas...
Pero si lo está diciendo todo el mundo ¿por qué no se actúa en consecuencia? Dijo Rajoy, antes de las elecciones generales y tras la subida al poder italiano de un grupo de técnicos, que él creía que la solución debían traerla los políticos, no los técnicos. Bien. ¡Pues al trabajo! Él y cualquier otro que venga después. Pero no con la típica miopía política, que no ven más allá de los cuatro años de legislatura y del número de votos que las medidas les dan o les quitan. Que hagan lo que los técnicos dicen que se debe hacer. Para eso están. ¡Pero que se les haga caso! Que los políticos no hagan lo de siempre: escuchar (si acaso) y luego hacer lo contrario de lo que se les dice. Creedme: en esto sé de lo que hablo.

2 comentarios:

  1. Eres fantástico, Jesús. Pero la foto que te has puesto no te hace justicia: te pareces a Punset.
    Otro sobre lo mismo: ¿viste el programa de anoche en la 1 sobre el lujo? ¿No dan ganas de hacer la revolución?

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  2. Gracias, Rocío, por tus hermosas palabras. Aunque a mí me gusta la foto, como a mi media naranja. No había caído en ese “parecido razonable”, aunque lo supongo meramente simbólico. En realidad, nuestro único parecido es la calva… Bueno, reconozco que ese pelo “al vent”, me aproxima un poco a su imagen.

    Entiendo que te refieres al programa Comando actualidad titulado “dinero llama a dinero” (TV1; 08/02/2011). Me pareció una exhibición obscena de dinero. Tanto más obscena cuando se hace en tiempos donde los españoles que han cruzado el umbral de la pobreza alcanza al 22%.
    Lo peor de todo, es que esa gente se cree realmente superior por todo lo que tienen. Dignos merecedores de ello. Y los demás somos tontos porque no sabemos manejarnos en el sencillo mundo de las finanzas; o, peor aún, suponen que somos unos vagos que no nos gusta trabajar y preferimos vivir de subsidios estatales que ellos pagan con sus impuestos (como si ellos soportaran la mayoría de la presión fiscal).

    Lo dicho. Una ostentación obscena de dinero de gente que no parece demasiado avispada para otra cosa que exhibirlo; cosa propia de nuevos ricos, por otra parte. En el programa parecía que sacaban más placer de mostrar lo que pueden hacer con su dinero que del dinero mismo.

    Muy pobre. Muy simple. Muy superficial. Lo que vino después, mostrando a gente corriente disfrutando también de lo que tienen sin necesidad de despilfarrar ni demostrar a otros nada, sino lo que son, fue mucho más auténtico, más profundo, con más “miga”.

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