viernes, 18 de mayo de 2012

LA HOMOSEXUALIDAD PARA LOS PORTADORES DE VALORES ETERNOS.

Recientemente, Reig Plà, el obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, ha puesto en evidencia varias realidades relacionadas con la Iglesia Católica (o, quizás, más con la jerarquía eclesiástica) e igualmente lo ha hecho la respuesta del obispado a la reacción que ha tenido la sociedad en general y el Ayuntamiento de esa ciudad.
En una homilía televisada por TV2 Reig Plà condenó al infierno a los homosexuales y señaló que deberían ponerse en tratamiento, además de asociarlos con la prostitución. La sociedad en general se ha escandalizado con estas palabras. Las agrupaciones de homosexuales lo han denunciado ante los tribunales. Y el Ayuntamiento complutense aprobó una moción para excluir al obispo de actos oficiales del municipio. Además de plantearse cobrar el IBI por los inmuebles de la Iglesia no destinados al culto.
El colegio de arciprestes de la diócesis publicó en la web de la diócesis una nota en la que se adhieren a las palabras del obispo porque reflejan la doctrina de la Iglesia y exponen que sienten vulnerada la libertad religiosa por la reacción del Ayuntamiento.
Es obvio que nadie ha impedido que el obispo se exprese como quiera. Después de todo, tiene su propia audiencia y todo el derecho a comunicarles los postulados del cristianismo tal y como es entendido en el Vaticano. No ha habido vulneración de la libertad religiosa porque ha podido expresarse sin cortapisas. Lo que la jerarquía aún no entiende es que también existe la libertad de opinión y que la sociedad civil (en este caso representada por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares y por las asociaciones de homosexuales, que cada cual ha reaccionado por separado como mejor les ha parecido) puede expresar libremente su desacuerdo con esa doctrina vaticana y sobre cualquier otra. Esto era impensable hace algunos años, cuando la separación Iglesia-Estado no era tan grande como ahora (sin que las cosas estén para tirar cohetes). Por eso, la jerarquía católica no está acostumbrada a ser discutida. Su palabra siempre fue ley; algo que no sucede en los tiempos actuales y que ellos aún no han digerido. Hoy, ellos pueden expresar sus ideas como otros pueden hacer lo mismo con las suyas. Ni más, ni menos. Pero tampoco menos o más.
Lo peor de todo es que la jerarquía eclesiástica no está dispuesta a modificar esa actitud. Ni lo hará. Porque parten de una base que contiene dos premisas férreamente arraigadas en su ideología,  que son, no sólo erróneas, sino falsas, a mi juicio. Una de ellas es que ellos son portadores de la VERDAD (así con mayúscula que impresiona más). La consecuencia lógica de tal pensamiento es que no se pueden discutir unas ideas que son verdaderas por definición. Y la otra es que son portadores de valores ETERNOS. Lo que significa que son inmodificables por definición.
Lo que parecen ignorar es que al creerse portadores de valores e ideas eternas, lo que trasmiten en muchas ocasiones son pensamientos antiguos. Es decir, forjados en épocas anteriores al conocimiento científico de las cosas y que han quedado relegadas por el avance de los conocimientos. Existen numerosos ejemplos de esto.
Recordemos a Galileo, condenado a prisión domiciliaria de por vida (y la salvó porque se retractó públicamente pese a tener razón) por haber dicho que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol en lugar de ser al revés. El Vaticano tardó CUATRO SIGLOS en reconocer que se había equivocado con el científico y no todos sus miembros estaban dispuestos a hacerlo.
Recordemos las hogueras que quemaron a tantos investigadores por sostener ideas contrarias al ideario cristiano (no sólo católico). Al trasmitir ideas contrarias a esas verdades eternas no podían ser discutidas y sus creadores debían ser suprimidos. Afortunadamente, hoy, ningún cristianismo azuza al poder civil para que le haga estos trabajos sucios. Pero el Vaticano aún se resiente de no poder imponer su ideario impunemente como entonces.
Recordemos también la teoría del Creacionismo, que aún rechaza la teoría de la evolución y entiende que el Altísimo intervino directamente para generar todo lo visible. ¿Cuál es la base de sus postulados? Que el evolucionismo aún no ha reunido todas las pruebas posibles acerca de su realidad (es cierto: aún existen algunas lagunas mal comprendidas). Un argumento falaz porque presupone que la intervención divina reúne un número mayor de pruebas científicas que el evolucionismo. Perdón. Se me salta la risa cuando la cosa es realmente trágica.
Es evidente que la teoría que sustenta el ideario vaticano sobre la sexualidad humana se forjó en una época anterior a la científica. Y que el ideario montado en torno a ella tiene una “lógica” interna que les hace sentirla suficientemente justificada, aunque esté montada más en racionalizaciones que en juicios prudentes sostenidos por datos.
Este es otro claro ejemplo de que esas supuestas verdades eternas son, más bien, ideas anticuadas.
El obispo Reig Plà tiene sobre la homosexualidad una idea vieja trasmitida por el Vaticano sin crítica alguna. Y al ser una verdad eterna, no es permeable a los conocimientos actuales. Y los conocimientos actuales señalan que la homosexualidad no es una enfermedad (por tanto no hay nada que curar); la homosexualidad tampoco es una opción sexual (nadie elije ser homosexual o heterosexual; es algo con lo que nos encontramos en el proceso del desarrollo: nos gustan los miembros del sexo opuesto o los del propio); y, finalmente, lo ignoramos prácticamente todo sobre el origen de la homosexualidad, porque también desconocemos las causas de la heterosexualidad. Estamos tan acostumbrados a dar por hecho esta última que no hemos estudiado su evolución.
De modo que no vendría mal un poquito de humildad, incluso para los portadores de verdades y valores eternos. Más para ellos, por su tendencia al inmovilismo, a la permanencia en la ignorancia y al uso de estrategias malévolas y delictivas para sostener sus ideas (estoy pensando en lo que sostienen sobre el preservativo y el SIDA; sin palabras).

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